CAMPOS ELECTROMAGNÉTICOS Y EFECTOS BIOLÓGICOS
La
energía electromagnética es emitida en forma de ondas por las fuentes
naturales y por numerosas fuentes artificiales. Esas ondas consisten en
campos eléctricos y magnéticos oscilantes que se influyen recíprocamente
y de diferentes formas con sistemas biológicos tales como células,
plantas, animales o seres humanos. Para comprender mejor esa influencia
recíproca, es indispensable conocer las propiedades físicas de las ondas
que constituyen el espectro magnético.
Las
ondas electromagnéticas pueden caracterizarse por su longitud,
frecuencia o energía. Los tres parámetros se relacionan entre sí. Cada
uno de ellos condiciona el efecto del campo sobre un sistema biológico.
La
frecuencia de una onda electromagnética es en definitiva el número de
veces que cambia el sentido del campo en la unidad de tiempo en un punto
dado. Se mide en ciclos por segundo, o herzios.
Cuanto
más corta es la longitud de onda, más alta es la frecuencia. Por
ejemplo, el tramo intermedio de una banda de radiodifusión de amplitud
modulada tiene una frecuencia de un millón de herzios (1 Mhz) y una
longitud de onda de aproximadamente 300 metros. Los hornos de microondas
utilizan una frecuencia de 2.450 millones de herzios (2,45 Ghz) y
tienen una longitud de onda de 12 centímetros.
Las ondas electromagnéticas pueden producir efectos
biológicos que a veces, pero no siempre, resultan perjudiciales para la
salud. Es importante comprender la diferencia entre ambos:
Un
efecto biológico se produce cuando la exposición a las ondas
electromagnéticas provoca algún cambio fisiológico perceptible o
detectable en un sistema biológico.
Un efecto
perjudicial para la salud tiene lugar cuando el efecto biológico
sobrepasa la capacidad normal de compensación del organismo y origina
algún proceso patológico.
Algunos efectos
biológicos pueden ser inocuos, como por ejemplo la reacción orgánica de
incremento del riego sanguíneo cutáneo en respuesta a un ligero
calentamiento producido por el sol. Algunos efectos pueden ser
provechosos, como por ejemplo la sensación cálida de la luz solar
directa en un día frío, o incluso beneficiosos para la salud, como es el
caso de la función solar en la producción de vitamina D por el
organismo. Sin embargo, otros efectos biológicos, como son las
quemaduras solares o el cáncer de piel, resultan perjudiciales para la
salud.
Es sabido que los campos de
radiofrecuencias producen calentamiento e inducen corrientes eléctricas. Asimismo, se han notificado otros efectos biológicos menos probados.
- Los
campos de radiofrecuencias de frecuencia superior a 1 Mhz causan sobre
todo calentamiento, al desplazar iones y moléculas de agua a través del
medio al que éstos pertenecen. Incluso a niveles muy bajos, la energía
de las radiofrecuencias produce pequeñas cantidades de calor, que son
absorbidas por los procesos termorreguladores normales del organismo sin
que el individuo lo perciba.
- Los campos de radiofrecuencias de
frecuencia inferior a 1 Mhz aproximadamente inducen principalmente
cargas y corrientes eléctricas que pueden estimular células de tejidos
tales como los nervios y los músculos. Las corrientes eléctricas están
ya presentes en el organismo como parte normal de las reacciones
químicas propias de la vida. Si los campos de radiofrecuencias inducen
corrientes que excedan significativamente ese nivel de base en el
organismo, es posible que se produzcan efectos perjudiciales para la
salud.
- Campos eléctricos y magnéticos de frecuencias
extremadamente bajas: La acción primordial de estos campos en los
sistemas biológicos es la inducción de cargas y corrientes eléctricas.
Es poco probable que esa acción baste para explicar efectos sanitarios
tales como el cáncer infantil, que se ha notificado como causado por la
exposición a niveles "ambientales" de campos de frecuencias
extremadamente bajas.
- Campos eléctricos y magnéticos estáticos.
Aunque la acción principal ejercida por esos campos en los sistemas
biológicos es la inducción de cargas y corrientes eléctricas, se ha
comprobado la existencia de otros efectos que, en principio, podrían
resultar perjudiciales para la salud, pero sólo en campos de
intensidades muy elevadas.
Los
campos eléctricos estáticos no penetran en el organismo tanto como los
campos magnéticos, pero pueden percibirse por el movimiento del vello
cutáneo. Aparte de las descargas eléctricas de campos electrostáticos
potentes, no parecen tener efectos apreciables para la salud.
Los
campos magnéticos estáticos tienen prácticamente la misma intensidad
dentro del cuerpo que fuera de él. Cuando esos campos son muy intensos,
pueden alterar el riego sanguíneo o modificar los impulsos nerviosos
normales. Pero inducciones magnéticas tan elevadas no se producen en la
vida diaria. Ahora bien, no se dispone de suficiente información sobre
los efectos de la exposición duradera a campos magnéticos estáticos a
los niveles existentes en el entorno laboral.
Con
objeto de asegurar que la exposición humana a los campos
electromagnéticos no tenga efectos perjudiciales para la salud, que los
aparatos generadores de esos campos sean inocuos y que su utilización no
cause interferencias eléctricas con otros aparatos, se han adoptado
diversas directrices y normas internacionales. Esas normas se elaboran
después de que grupos de científicos, que buscan pruebas de la
repetición sistemática de efectos perjudiciales para la salud, hayan
analizado todas las publicaciones científicas. Posteriormente, esos
grupos recomiendan directrices que permitirán a los órganos nacionales e
internacionales correspondientes preparar normas prácticas. La Comisión
Internacional de Protección contra las Radiaciones No Ionizantes
(ICNIRP), organización no gubernamental reconocida oficialmente por la
OMS en el sector de la protección contra las radiaciones no ionizantes,
ha establecido directrices internacionales sobre los límites de la
exposición humana para todos los campos electromagnéticos, con inclusión
de la radiación ultravioleta, la luz visible y la radiación infrarroja.
FRAGMENTO EXTRAÍDO: